“El Show de Truman” en Margarita

Thaelman Urgelles

¿Recuerdan ustedes “The Truman Show”, la estupenda película sobre un mega-programa televisivo transmitido 24 horas diarias durante la vida entera de un joven, desde que nació hasta una edad cercana a los 30 años? Jim Carrey representa a Truman, el joven que fue tomado desde su nacimiento por un canal de TV para protagonizar su propia “historia real”, seguida eternamente por miles de cámaras situadas en un fantástico “estudio”: una ciudad completa con urbanizaciones, autopistas, tiendas, rascacielos de oficinas y hasta una playa para el esparcimiento de Truman y sus vecinos. Estos son representados por miles de extras de las más diversas condiciones sociales, profesionales y étnicas, para mostrar a los espectadores el más cabal entorno vital que podía construir el ambicioso director y productor del programa.

Sin reparar en que su vida entera ha sido un montaje que día a día se repite sin mayores cambios, Truman transita la farsa hasta que algunos datos de la rutina comienzan a hacérsele extraños; comienza a hacerse preguntas y dos episodios cruciales producen un giro radical en su mente: el actor que antes había interpretado a su padre (ahora muerto) aparece ante sus ojos en un nuevo rol secundario; además, Truman se enamora de uno de los personajes femeninos y la actriz que lo encarna se encariña con él, más bien conmovida por su triste situación.

Truman rebobina su vida y pronto descubre que toda ella ha sido una mentira, que él no es sino el infeliz prisionero de un espectáculo cuyo alcance ni siquiera logra precisar. El descubrimiento desencadena una sostenida lucha del joven por recuperar su libertad, mediante el logro de una vida auténtica que él mismo no sabe muy bien cuál será. Una y otra vez Truman intenta escapar de la enorme bóveda que es el estudio edificado para “su vida”, mientras el productor del programa le interpone los más sofisticados obstáculos para impedirlo. Todo esto ante los ojos de millones de tele-espectadores, que siguen insomnes la peripecia y van tomando partido por el muchacho, incluida su actriz amada, quien ha sido expulsada del reparto para cortar en seco el primer vínculo real que tuvo Truman.

Finalmente Truman logra su cometido, navegando en el mar de utilería entre tormentas generadas por los efectos especiales de la producción, esta vez una metáfora casi literal de la epopeya que por años han protagonizado miles de cubanos en busca de su libertad. Al vencer el último obstáculo lo espera la libertad, bajo la forma de su amada, quien ha corrido desde su televisor a encontrarlo en la puertita que él logra abrir en el enorme muro que cercaba su vida (otra calcada metáfora, ese muro con su respectiva “puertita”, como lo describe Donald Trump).

Pues bien, la brillante metáfora que fue el “El Show de Truman” acaba de adquirir patente de realidad en el sainete montado por Nicolás Maduro para la Cumbre de los Países No Alineados. No podía ser otra que nuestra amada Margarita el escenario escogido por estos farsantes para efectuar su montaje: hasta no hace mucho la isla ofrecía las condiciones naturales de un pequeño paraíso terrenal, adonde nos íbamos en vacaciones a vivir la experiencia de un país sin problemas, y adonde se han mudado miles de compatriotas suponiendo que allí estarían a salvo de la minuciosa destrucción que el chavismo ejecutaba en el resto del país.

Para la dictadura, Margarita ofreció otra condición ideal para el montaje. Ella podía ser aislada de presencias inoportunas que le ensombrecieran el show planeado. Y no vacilaron en poner en práctica todas las prohibiciones y obstáculos necesarios para blindar una cuarentena total para la isla: prohibición de vuelos no autorizados, bloqueo de toda embarcación privada no autorizada, veto a los parlamentarios y otros políticos ajenos al PSUV para visitar la isla; y sobre todo una férrea vigilancia policial y militar sobre los pobladores margariteños, para evitar que una nueva Villa Rosa les afeara la coronación del pobre Nicolás Maduro como como “líder mundial”.

Pero les quedaba un asunto por resolver: no podían presentar ante los visitantes una isla vacía de pobladores, sus hermosas playas sin bañistas, sus centros comerciales sin compradores, sus restaurantes sin comensales y los anaqueles de los automercados vacíos, como se encontraban antes de la Cumbre y se mantienen en el resto de Venezuela. Así que se llevaron varios barcos llenos de comida, ropa y otros artículos para llenar las tiendas, y a miles de chavistas y otros enchufados para ponerlos en las playas y centros comerciales. Abundantes extras y utilería, pues, como en la producción cinematográfica, para escenificar por una semana una sociedad ficticia ante los ojos extranjeros.

No resulta, por cierto, una novedad, este montaje de realidades ficticias por parte de los despotismos totalitarios: son famosos los documentales de la alemana Leni Riefenstahl para magnificar el poderío nazi, o la habilitación por estos mismos de campos de concentración “humanitarios”, en los que las familias judías jugaban cartas y felices tomaban el té por las tardes ante las cámaras de los reporteros y “observadores” invitados.

Stalin y Mao fueron imaginativos y prolíficos en la construcción de paraísos imaginarios de campesinas rollizas con sus mejillas sonrosadas y niños de pañoleta roja en escuelas y centros recreativos de utopía. Y no pocos venezolanos fuimos testigos de los paseos guiados de Cuba Tour, donde los turistas eran eficazmente conducidos por un Pangloss tropical con uniforme de guía turístico y carnet de la Seguridad del Estado a buen resguardo. No olvido la conmovedora visita al Hospital Psiquiátrico, donde los visitantes lloraban de emoción ante la “humanitaria psiquiatría socialista” que les era presentada en aquella escenografía para cándidos, encubridora del más cruel objeto que a esa ciencia adjudican los revolucionarios socialistas: diagnosticar enfermedades mentales a disidentes, homosexuales y otras “escorias sociales”.

Como lo hizo Truman, los valerosos margariteños y el pueblo todo de Venezuela encontraremos los medios para superar los perversos bloqueos que la pandilla gobernante, con la tutoría de sus maestros cubanos y españoles podemitas, trazan alrededor de nuestros anhelos de libertad, transparencia, nivel de vida y progreso material.

@TUrgelles

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